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Ecology, sustainability, and the origins and development of multifunctional agriculture: examining Europe and South Tyrol.
Ecology, Sustainability, Alps vs Lowland
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Leer lo bueno para escribir bien.

¿Que libro te gustaría leer? Para escribir bien en ciencia, es fundamental escribir bien. Esto solamente se logra leyendo a los grandes escritores. Para las vacaciones o la mesita de noche me permito recomendar algunas lecturas.

(1) Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Para aquellos a los que les gusta sentirse identificados con las ocurrencias de Nuestra América. ¿A cuántos de nosotros no los ha sorprendido un aguacero que parece interminable, una abuela o tía ingeniosa y sabia, un caballero valiente -aunque promiscuo en la familia, un amor a prueba de balas y de tiempo, unas hormigas que se lo llevan todo, un gitano tecnológico, un protocientífico innovador, o un man que cada vez que entra a la casa hace que esta se llene de mariposas?

 

(2) Sinuhé El Egipcio, de Mika Waltari. Para quienes gustan de la historia, esta novela es simplemente apasionante. El médico egipcio Sinuhé, médico de los pobres, aprende de los errores de su vida, de la observación científica y sistemática de quienes le rodean. Para Sinuhé los Faraones no estaban entre los dioses, pues cuando padecían de alguna dolencia, él los curaba con los mismos remedios que a cualquier mortal. Entérese de cómo un rey puso ojos de pescado mientras Sinuhé le realizaba una operación cerebral, y de cómo algunos de los males que aquejan a la humanidad hoy son los mismos de hace algunos miles de añitos.

(3) Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa. El machismo y el apetito sexual de los soldados en la Amazonía peruana había llegado a ser tal, que el alto mando del ejército encomendó al muy serio y disciplinado capitán Pantaleón Pantoja una delicada y secreta misión: organizar un servicio de prostitutas para que los soldados desplegasen sus instintos sobre ellas en vez de realizar violaciones. El desenlace es impresionante.

(4) Los rostros de la Salsa, de Leonardo Padura Fuentes. Colección de entrevistas a grandes salseros y merengueros como Rubén Blades, Willie Colón, Wilfrido Vargas, Johnny Ventura, Juan Luis Guerra, Mario Bauzá, Israel López (Cachao). Una obra llena de sabor y que ayuda a entender qué somos y por qué somos así de sabrosos. Ideal para lectores con poco tiempo, pues cada capítulo tiene vida propia.

(5) Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes. Entérese de cómo un hombre tuvo la osadía de dejar su hacienda, su familia y sus comodidades para dormir bajo las estrellas, comer poco y descansar menos con tal de componer un mundo que ya estaba más loco que él. Presencie cómo el gran Sancho Panza se contagió del imbatible sentido de justicia y ecuanimidad de su maestro Don Quijote, llegando incluso a superarlo conforme este iba dando pie con bola. Siéntase identificado con el pasaje en el cual Don Quijote nos dicta una cátedra en la que relata los dolores, muy dolorosos dolores, de la vida estudiantil comparándola con la vida del soldado. Alégrese de descubrir que, contra todo pronóstico, Don Quijote sí logró que Sancho se hiciera gobernante de aquella isla que tanto le había prometido... y vea cómo Sancho resultó mejor gobernante que más de cuatro.

 

¡Felices vacaciones!
Edgardo.

Diez consejos para dictar charlas científicas y un consejo para preguntar en dichas charlas.

Carlos Francisco Changmarín. Siempre ameno y sencillo!
Carlos Francisco Changmarín. Siempre ameno y sencillo!

     La amenidad y calidad de una charla dependen de una buena preparación, respetando al público, y sin traicionar tu propia personalidad. Como el escritor Carlos Francisco Changmarín, que siempre fue ameno y sencillo; he aquí una foto de él tomada del diario La Prensa. También, si ves a alguien dictar una charla, conviene que le trates con respeto, no vaya a ser que tus preguntas te pongan en  ridículo. He aquí algunos consejos.

 

1. Lee el libro Cómo escribir y publicar trabajos científicos, de Robert Day. Descárgalo gratis aquí: http://abp.jimdo.com/

 

2. Adáptate a tí mismo. Si eres calmado y “tímido” no trates de actuar como una estrella de Hollywood: la audiencia disfrutará de tu espíritu tranquilo si este fluye con naturalidad. Si tu voz es baja, usa un micrófono y pregúntale a la audiencia ¿pueden ustedes oírme? Eso rompe el hielo entre la audiencia y tú.

 

3. Nunca aceptes dar una charla sobre algo en lo que no crees: la audiencia sentirá las “malas vibraciones” tan pronto mire tu rostro. Tampoco te preocupes por tu expresión facial y corporal: si sientes el tópico apasionadamente, tu pasión se verá.

 

4. Sin pánico: incluso tus enemigos son incapaces de matarte con sus ojos o sus palabras y además ellos son tan humanos y vulnerables como tú. Recuerda que el 99% de la gente es buena y el otro 1% no está en tu sala de conferencias.

 

5. Decide con anticipación el tópico y título tentativo de tu charla. Haz luego una guía escrita a mano con tus ideas. Luego haces las diapositivas.

 

6. Empieza a preparar tu charla con al menos una semana de adelanto: eso te dará tiempo para divertirte durante el proceso, ayudándote a coleccionar caricaturas, dibujar figuras y explotar tu creatividad. Cuanto más tarde comienzas a prepararte, menos duermes y más nervioso te pones.

 

7. Procura que tus diapositivas se expliquen por sí solas. La mejor manera de evitar que tu memoria te traicione es simplemente decir lo que ves y piensas mientras miras cada diapositiva. Eso también evita que la audiencia se distraiga o se aburra.

 

8. Las diapositivas que no se relacionen directamente con el tópico que muestras en el título distraen a la audiencia, así que quítalas. Un oyente que no halla claramente la conexión de ideas en tu charla puede recordar que tiene cosas más específicas que hacer, levantarse y retirarse en medio de tu conferencia. Por el contrario, las charlas coherentes suenan como si contaran un cuento, logrando que cada oyente olvide sus otros quehaceres.

 

9. No satures tus diapositivas: cada diapositiva debería mostrar no más de cuatro ideas (en forma escrita, de fotografías o gráficas). Excepción: cuando tú mismo describes cuidadosa y pausadamente, con palabras, cada una de las muchas ideas de tu diapositiva.

 

10. Evita las palabras rimbombantes, las fórmulas y las abreviaturas. Mejor que digas usar y Dióxido de Carbono en vez de utilizar y CO2. Si estás obligado a usar alguna palabra sofisticada, fórmula o abreviatura, asegúrate de que se la explicas a la audiencia. Trata de practicar tu conferencia enfrente de tu madre o tu mejor amigo: si ellos entienden, todo el mundo pondrá atención a tu charla y serán por ende más capaces de formular preguntas y sugerencias precisas.

 

11. Respeta al conferencista: se vale estar en desacuerdo pero no la descalificación. No uses una conferencia como una oportunidad para poner al conferencista bajo fuego: los asistentes sentirán que, de modo egoísta, reduces sus oportunidades para participar. Peor aún, los asistentes pensarán mal sobre tus modales y tal vez evitarán colaborar contigo para investigaciones futuras.

 

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Dedicado a mis estudiantes del curso de metodología de la investigación, Universidad de Goettingen, Alemania. Enero de 2011. También a José Luis Andrade, que me enseño a dictar charlas.

 

 

La investigación descriptiva ante la columna vertebral de los escritos científicos.

Carlos Linneo, el taxónomo, también contestaba preguntas.
Carlos Linneo, el taxónomo, también contestaba preguntas.

Un problema internacional 

     En algunos países he encontrado colegas que dicen que sus trabajos no formulan hipótesis o preguntas porque son investigaciones descriptivas sobre grupos de plantas, animales o microorganismos desconocidos. La Biología siempre comienza con estudios descriptivos cuando enfrenta especies desconocidas: no se pueden hacer experimentos guiados por preguntas e hipótesis sobre organismos cuyo nombre ni si quiera sabemos. Pareciera que los estudios de Taxonomía no se hacen como los de Ecología o Fisiología; que la Taxonomía no necesita preguntas ni hipótesis. Sin embargo, las preguntas e hipótesis suelen ser la columna vertebral de cada investigación científica, incluso taxonómica, así como de los textos que estas producen.

 

Las preguntas de un estudio descriptivo

     Veamos como ejemplo un artículo publicado en una revista panameña. El título es “Reportes nuevos de Agaricales para Panamá”, publicado en el único –pero muy buen volumen de Acta Biologica Panamensis –ABP, páginas 22-38; disponible gratis en www.abp.jimdo.com. La autora hace una descripción de 16 especies de hongos que descubrió en dicho país, indicando en orden las características de las estructuras vegetativas y reproductivas de esos hongos. Ella claramente nos está respondiendo a la pregunta ¿cuáles son las características vegetativas y reproductivas de cada especie? Para cada hongo la autora nos indica el nombre de la especie, su distribución geográfica, las coordenadas geográficas donde lo encontró, e incluso si es comestible. Todo eso evidencia claramente que, al menos para escribir su texto, la autora se preguntó ¿Son Agaricales estos hongos que he buscado en Panamá? ¿Dónde ocurren? ¿Podrán comerlos los humanos? El título del artículo indica que la autora se preguntó a sí misma: ¿Había conocimiento de la existencia de estos hongos en Panamá antes de mi estudio? Debido a que la autora tuvo en algún lugar de su mente estas y otras preguntas, pudo realizar con éxito su investigación y articular la escritura de su reporte en torno a una “columna vertebral”. Los reportes escritos así mantienen la claridad, la concisión y la coherencia; evitan que las ideas queden dispersas y que el lector comience a pensar en otra cosa o se aburra.

 

     Los taxónomos llevan varios cientos de años buscando respuestas a preguntas como las antedichas. Es más, lo pueden hacer de forma comparativa para sumergirse en la Sistemática: ¿Son la forma, el tamaño y el color de las estructuras reproductivas de los hongos de una especie similares a las de otros? Tales estudios comparativos son fundamentales para entender la evolución de los seres vivos: cuantas más características compartan dos especies de una misma familia, más probable es que compartan un antepasado común que con respecto a una tercera especie menos parecida.

 

La columna vertebral de la taxonomía

     Linneo, el fundador de la Taxonomía, tuvo el gran acierto de formular preguntas como las ya mencionadas. Luego de varios siglos, esas mismas preguntas siguen siendo la misma columna vertebral que da coherencia a las investigaciones de los taxónomos, ayudando a agrupar a todos los seres vivos de manera jerárquica. Aunque muchos taxónomos no se den cuenta, de hecho articulan sus escritos en torno a las preguntas que Linneo formuló, dando mayor solidez a sus reportes. Los resultados de esta larga y eficaz tradición saltan a la vista: cada artículo publicado en una revista de Taxonomía sigue un orden muy coherente y estricto.

 

     Los taxónomos son un tesoro para la Biología; sin su trabajo los ecólogos, fisiólogos y evolucionistas no podemos hacer el nuestro: ¿cómo vamos a estudiar las especies sin saber distinguirlas unas de otras? Los taxónomos que formulan preguntas tienen más opciones de mover sustancialmente las fronteras de la ciencia, incursionando en ramos como la Sistemática y la Biología Evolutiva, sin convertirse en meros identificadores y clasificadores de organismos para otros biólogos.

 

Edgardo I. Garrido-Pérez**                                                             

David, Chiriquí (Panamá), 11 de Agosto de 2012.



**   Dedicado a mi gente de la Maestría de Biología Vegetal de la Universidad Autónoma de Chiriquí, Panamá; curso de Investigación por tutoría.

Ciencia al grano: el placer de leer literatura especializada.

Gabriel García Márquez, un escritor que no aburre. Foto de Hernán Díaz.
Gabriel García Márquez, un escritor que no aburre. Foto de Hernán Díaz.

Feo, pero directo

     La literatura científica especializada suele ir al grano: procura evitar las insinuaciones, las metáforas, el suspenso, las redundancias y, cada vez más, los términos difíciles de entender. Para quienes no son científicos, todo lo antedicho hace de la literatura especializada algo más aburrido que los cuentos, las novelas y los poemas. Por ello es válido preguntarse: ¿Por qué muchos científicos sienten placer leyendo literatura especializada? ¿Acaso no disfrutan leyendo las novelas, los cuentos y los poemas que tanto gustan a la gente normal?

 

 Directo. Por falta de tiempo

     En realidad los científicos, cuando ejercen su trabajo, siguen siendo gente normal. Necesitan comer, beber, dormir y ser felices como cualquier otro ser humano y logran dedicarse mejor a todo eso cuanto más fáciles son sus horas de trabajo. Pero tienen un problema: hay tantos textos científicos que leer, tantos experimentos que realizar, y tantos estudiantes y temas administrativos que atender, que el tiempo para leer es poco y el material que tenemos que leer es mucho. Frecuentemente nos cansamos y se nos ve con ojeras, justo como a cualquier ama de casa. Bajo condiciones de cansancio, queremos avanzar fluidamente y esto se logra mejor cuando las personas que escriben artículos especializados nos dicen las cosas sin rodeos. Si encontramos un artículo que no entendemos rápidamente, lo soltamos y leemos otro. Si un colega nos escribe ideas que no podemos entender probablemente se debe a que, ni tuvo ideas claras, ni el editor de la revista supo detectarlo, así que ¿para qué leer un texto así pudiendo consultar a otro autor, terminar más rápido la jornada laboral, volver a casa y leer un buen poema o una novela apasionante?

 

Si amas tu trabajo, lo gozas

      Pero amamos nuestro trabajo. Cuando leemos un artículo escrito claramente y el tema nos interesa, valoramos las preguntas que el autor formuló, disfrutamos leyendo cómo hizo sus experimentos para responder esas preguntas, sobre todo si dichos experimentos se nos explican de forma que, al leerlos, nos imaginamos que estamos ayudando a realizarlos. Luego pasamos llenos de curiosidad a la sección de resultados para ver cuáles fueron los descubrimientos, las respuestas a las preguntas formuladas. Muchas veces nos decimos ¡hey, esos resultados tienen repercusiones muy excitantes, vamos a seguir leyendo para ver cómo las enfrentó el autor del estudio! Así que pasamos a la sección de discusión de los resultados evaluando si las ideas que motivaron el trabajo estaban o no equivocadas, disfrutando el descubrimiento y las implicaciones de lo leído.

 

      Disfrutamos este placer solamente cuando el autor dice las cosas directamente; la concisión no es enemiga de la amenidad. Al contrario: el espacio que un autor gana borrando las metáforas, las insinuaciones y las redundancias lo usa para inspirarse mejor y escribir sus propias teorías. Esa inspiración nos contagia y nos excita, y terminamos el día de trabajo con un recuerdo agradable y probablemente con nuevas ideas para trabajar en el futuro. Salimos del laboratorio con una sonrisa, vamos a un bar por una cerveza, a la casa a ducharnos y compartir con nuestros familiares y –muy probablemente a ver televisión, bailar, leer poemas, novelas y cuentos llenos de hermosas metáforas, redundancias intencionales para reforzar sentimientos, suspenso excitante y todo cuanto de bello tiene la literatura no-especializada.

 

      Ir al grano en la literatura artística puede matar el placer de leer poemas; no hacerlo en los textos científicos especializados mata el placer de leer ciencia. Colegas míos: escriban por favor yendo directo al grano. Yo ya dije los motivos y por eso termino aquí.

 

Edgardo I. Garrido-Pérez

David, Chiriquí, Panamá; 29 de julio de 2012.